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¡¡¡ Aqui encontraras libros de autores de tendencia hacia una poesia oscura !!!

Charles Baudelaire I

POEMAS DEL LIBRO LAS FLORES DEL MAL

"Conservación"

¡Eres un bello cielo de otoño, claro y rosado!
Pero la tristeza sube en mí como el mar,
Y deja, al refluir, en mis labios melancólicos
el recuerdo punzante de su amargo limo.

Tu mano se desliza en vano por mi pecho que desfallece;
lo que ella busca, amiga, es un lugar destrozado
por la garra y el diente feroz de la mujer
No busques más mi corazón; se lo han comido las bestias.

Mi corazón es un palacio devastado por las turbas;
¡en el que se emborrachan, matan, se agarran de los cabellos!;
¡Flota un perfume en torno a tu pecho desnudo!...

¡Oh belleza, duro látigo de las almas, tú lo quieres!
Con tus ojos de fuego brillantes como fiestas,
¡calcina estos despojos que han dejado las bestias!


"Canto de Otoño"

I

Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas;
¡adiós, viva claridad de nuestros veranos demasiado cortos!
Ya oigo caer con fúnebres golpes
la leña que retumba en el empedrado de los corrales.

Todo el invierno va a volver a mi ser: cólera,
odio, escalofríos, horror, trabajo duro y forzado,
y, como el sol en su infierno polar,
mi corazón ya no será más que un bloque rojo y helado.

Escucho tembloroso cada leño que cae;
cuando levantan un cadalso no se produce un eco más sordo.
Mi espíritu se asemeja a la torre que se derrumba
bajo los golpes del ariete incansable y pesado.

Arrullado por este monótono golpear, me parece
que clavan a toda prisa un ataúd en algún sitio.
¿Para quién? __Ayer era verano; ¡he aquí el otoño!
Este ruido misterioso suena como una despedida.

II

Amo la luz verdosa de tus grandes ojos,
dulce belleza, más hoy todo es amargo,
y nada, ni tu amor, ni tu cuarto, ni la chimenea,
valen hoy para mí lo que el sol que resplandece en el mar.

Y, sin embargo, ¡ámame, tierno corazón!, sé madre
hasta para un ingrato, hasta para un malvado;
amante o hermana, sé la dulzura efímera
de un otoño glorioso o de un sol que se pone.

¡Breve tarea! La tumba espera; ¡está ávida!
¡Ah, déjame que, con mí frente puesta en tus rodillas,
guste, añorando el verano blanco y tórrido,
el rojo amarillo y dulce del final del otoño!

Publicado por Walter Ramirez.
viernes, abril 29, 2005 a las | 3:33 p. m. |


Charles Baudelaire II

A una Madona

Canción de primeras horas de la tarde


Aunque tus cejas malignas
te den un aire extraño
que no es el de un ángel,
bruja de ojos seductores,

te adoro, oh frívola mía,
¡mi terrible pasión!,
con la devoción
del sacerdote por su ídolo.

El desierto y el bosque
perfuman tus trenzas toscas,
tu cabeza tiene las actitudes
del enigma del secreto.

Por tu carne vaga el perfume
como alrededor de un incensario;
encantas como la tarde,
ninfa tenebrosa y cálida.

¡Ah, los filtros más fuertes
no valen tu pereza,
y conoces la caricia
que hace revivir a los muertos!

Tus caderas están enamoradas
de tu espalda y de tus senos,
y cautivas a los almohadones
con tus lánguidas posturas.

A veces para clamar
tu rabia misteriosa,
prodigas, seria,
el mordisco y el beso;

me destrozas, morena mía,
con una risa burlona,
y luego pone en mi corazón
tus ojos dulces como la luna.

Bajo tus chapines de raso,
bajo tus encantadores pies de seda,
pongo mi gran alegría,
mi genio y mi destino.

¡alma mía curada por ti,
por ti, luz y color!,
¡explosión de calor
en mi negra Siberia!

Publicado por Walter Ramirez.
jueves, abril 28, 2005 a las | 3:38 p. m. |


Charles Baudelaire III

Alegoría

¡Es una mujer bella y de altiva garganta
que deja en el vino arrastrar sus cabellos!
Del antro los venenos, del amor la pezuña
resbalan y se liman en su cuerpo marmóreo.
Se ríe de la Muerte y del Libertinaje,
monstruos cuya mano que desgarra y destruye,
respeta sin embargo en sus terribles juegos
la ruda majestad de ese cuerpo tan firme.
Cual sultana descansa, camina como diosa;
en el placer profesa una fe mahometana.
Y a sus brazos abiertos que sus dos senos colman
atrae con su mirar a los seres humanos.
Cree, y sin duda sabe la virgen infecunda
pero tan necesaria a la marcha del mundo,
que la hermosura del cuerpo es don sublime
que logra por sí solo el perdón de la infamia.
Ignora el Infierno igual que el Purgatorio
y al llegarle la hora de entregarse a la Noche
contemplará serena el rostro de la Muerte,
como un recién nacido -¡sin pesar y sin odio!


26


Te adoro al igual que a la bóveda nocturna,
oh vaso de tristeza, oh gran taciturna,
y tanto más te amo, bella, cuanto tú más me huyes,
y cuanto más me pareces, adorno de mis noches,
aumentar con mayor ironía las leguas
que separan mis brazos de las inmensidades azules.

Me lanzo al ataque, y escalo al asalto
como tras un cadáver un coro de gusanos,
y quiero, ¡oh bestia implacable y cruel!,
¡hasta esa frialdad por la que me resultas más bella


27


¡Meterías al universo entero en tu callejuela, mujer impura! El tedio hace tu alma cruel. Para ejercitar tus dientes en este juego singular te hace falta a diario un ánimo de armero. Tus ojos iluminados al igual que las tiendas y que las luminarias resplandecientes de las fiestas públicas, usan con insolencia un poder ficticio, sin conocer nunca la ley de su belleza.

¡Máquina ciega y sorda, en crueldades fecunda!, provechoso instrumento, bebedor de la sangre del mundo, ¿cómo no te avergüenzas y cómo no has visto palidecer tus atractivos delante de todos los espejos? La grandeza de este mal en el que te crees sabia ¿no te ha hecho nunca retroceder de espanto, cuando la naturaleza, grande en sus designios ocultos, se sirve de ti, oh mujer, oh reina de los pecados, -de ti, vil animal-, para modelar un genio?

¡Oh, enlodada grandeza!, ¡oh, sublime ignominia!

Publicado por Walter Ramirez.
miércoles, abril 27, 2005 a las | 3:40 p. m. |


Charles Baudelaire IV

Charla

Eres un ciclo de otoño, rosa y claro;
pero en mí la tristeza asciende como el mar
y deja al refluir, en mis labios huraños
el recuerdo punzante, amargo, de un limón.

Tu mano acaricia vanamente mi seno;
amiga, lo que busca es un lugar marcado
por el garfio y el diente feroz de las mujeres.
No tengo corazón; lo comieron las bestias.

¡Es mi pecho un palacio manchado por la chusma;
la gente en él se mata, se embriaga, se agrede !
-¡Qué perfume hay en tomo de tu seno desnudo!

¡Tú lo quieres Belleza, azote de las almas!
¡En tus ojos de fuego que brillan como fiestas
calcina estos despojos que olvidaron las fieras!


El Amor y la Calavera
Pie de Lámpara Antigua

El Amor se sienta en la calavera
de la Humanidad,
y sobre ese trono el profano,
con risa burlona
sopla alegremente las pompas redondas
que en aire suben
corno si quisieran unirse a los mundos
más allá del éter.
La luminosa y frágil esfera
con un gran impulso
revienta y escupe su alma tan frágil
corno un leve sueño.
En cada pompa oigo a la calavera
gemir y rezar:
"¿Ese juego feroz y ridículo cuándo concluirá?
¡Lo que cruel tu boca
en el aire esparce,
oh monstruo asesino, mi cerebro es,
mi carne y mi sangre!"


El Aparecido

Cual los ángeles de ojos flavos
yo volveré hasta tu alcoba,
deslizándome sin ruido
en las sombras de la noche;

y te daré, oh morena,
corno la luna, besos fríos,
y caricias de serpiente
reptando en torno de una fosa.

Cuando llegue el alba lívida,
verás mi lugar vacío,
y helado ya, hasta la tarde.

Como otros por la ternura,
quiero reinar por el espanto
sobre tu juventud y tu vida.

Publicado por Walter Ramirez.
martes, abril 26, 2005 a las | 3:46 p. m. |


Charles Baudelaire V

El Final de la Jornada

Bajo una lívida luz
corre y danza sin motivo
la Vida chillona, imprudente;
y así, en cuanto al horizonte

la noche voluptuosa asciende
apaciguando hasta el hambre,
borrando incluso la vergüenza,
el Poeta se dice: "¡Al fin!"

Mi espíritu, como mis vértebras
con fervor invoca el reposo,
lleno de fúnebres sueños,

voy a tenderme de espaldas
y a envolverme en vuestras cortinas,
¡oh refrescantes tinieblas!"


El Poseso

El sol está de luto. ¡Oh Luna de mi vida
a semejanza suya, arrópate entre sombras;
duerme o arde a tu antojo, sé muda, sé sombría,
húndete por completo del tedio en el abismo!
¡Te amo así! Sin embargo, si acaso hoy deseas,
como un astro en eclipse que deja la penumbra,
recorrer los lugares que invade la Locura,
¡abandona tu vaina, oh encantador puñal!
Enciende tus pupilas en la luz de las lámparas.
Del rufián en los ojos, enciende los deseos;
irnorbidez, petulancia, todo en ti me deleita!
Sé a gusto, negra noche, Incandescente aroma;
mi cuerpo tembloroso no tiene ya una fibra
que no grite, ¡te adoro, oh amado Belcebú!


El Vampiro

Tú que como una cuchillada
entraste en mi triste pecho,
tú que, fuerte cual un rebaño
de demonios, viniste, loca,

a hacer tu lecho y tu dominio
en mi espíritu humillado.
--Infame a quien estoy unido
como a su cadena el galeote,

corno al juego el jugador,
como a la botella el borracho
como al gusano la carroña,
--¡maldita seas, maldita!

Rogué al rápido puñal
que mi libertad conquistara
dile al pérfido veneno
que socorriese mi cobardía.

Mas ¡ay! puñal y veneno
despreciándome, me han dicho:
"No mereces que te arranquen
de esa maldita esclavitud,

¡imbécil! --si de su imperio
nuestro esfuerzo te librara,
tus besos resucitarían de tu vampiro ¡el cadáver!"

Publicado por Walter Ramirez.
lunes, abril 25, 2005 a las | 3:49 p. m. |


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Nombre : Walter Ramirez O. ... ( 24 años )
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